La sevillanía necesitaba un superhéroe en el que se unieran el respeto y defensa del pasado de Sevilla y de su Semana Santa con una decidida apuesta por el futuro. Con el anonimato de un nazareno. A color. Sevillanísimo. Despojado de poesía ripiosas, dotado de superpoderes y hasta revestido de humor.
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